El "acompañante" mirado desde la pedagogía Ignaciana ha de ser una persona humanista, llena de amor, de ciencia, un educador, pedagogo y maestro. Esta página es un llamado a sentirnos eso, hombres y mujeres creados por un Dios humanizado, que lo que a deseado desde el principio de los tiempos es que seamos capaces de amarnos los unos a los otros, de reconocernos como hermanos, de ser cocreadores en este hermoso mundo, de formar con inspiración a todo aquel que es puesto delante de nosotros sin importar ningún tipo de raza, color, creencia, sexo o pensamiento.
El acompañante ayudará a caminar a cada persona por sus propios pies, de tal forma que pueda asumir su responsabilidad histórica como ser humano, pero esta tarea que hoy se emprende implica interación y compartir y es aquí donde el educador también encontrará posibilidades de sentirse acompañado y creciendo. Aquí se hace evidente la frase de Erhard Meueler cuando afirma: " únicamente cuando el maestro se mantiene abierto para aprender de encuentros y vivencias, que sólo se transforman en experiencias gracias a la reflexión, únicamente quien admite su propia debilidad y discute con ella, puede desarrollar fuerza y vigor. Para recuperarse es necesario retraerse, pues un banco que únicamente haga pagos y que no reciba nada ésta condenado a la quiebra"
Reconozco que el acompañamiento no es una simple tecnica, ni una consejeria, ni un recetario, ni un servicio psicológico, sino ante todo una actitud, un carisma, que posee todo aquel que se siente compartiendo con los estudiantes, por eso este proyecto que hoy inicia tiene como objetivos fundamentales: brindar espacios de oración-reflexión, fovorecer el proceso individual de los estudiantes en sus diferentes dimensiones, generar un proceso de maduración grupal que permita un mejor clima educativo y brindar herramientas a todo acompañante que desea a hacer algo increible.
